
La boda de Arantxa y Miguel fue una celebración bastante auténtica pero sobre cercana; había un cariño especial entre ello y sus invitados, un día de emociones y gestos muy reales, un reflejo de cuanto se querían de verdad. Todo transcurrió de manera natural: risas, abrazos y momentos que hablaban por sí solos. La ceremonia fue sencilla pero muy emotiva, hubieron discursos espontáneos que arrancó unas que otras risas y lágrimas.
El banquete se desarrolló en un ambiente distendido; conversaciones animadas y pequeños detalles que hicieron su día muy especial. Durante el baile se notaba la complicidad entre la pareja, que fue contagiada a sus amigos y familiares; momentos que, además, me permitió captar ese instante que todo fotógrafo busca: que sea de manera natural, sin posados, sin exagerar emociones etc.
Fotografiar esta boda fue sin duda especial y sencilla, impulsada por la cercanía de los amigos y familiares y, sobre todo, por la calidez de los novios.